La historia del subjuntivo

Il Congiuntivo

La historia del subjuntivo: de la autonomía a la subordinación.


Para comprender mejor la naturaleza del congiuntivo y sus usos me parece útil e interesante conocer la historia de su nacimiento y evolución.

Para hacer esto, tomamos el ejemplo de una parte del texto de Valeria Della Valle e Giuseppe Patota: Viva il congiuntivo! Come e quando usarlo senza sbagliare, Mondadori 2017.

La historia del subjuntivo es complicado, de una complejidad que tiene sus raíces en el idioma del que deriva el italiano: el latín.

En el latín arcaico el subjuntivo (que recopilaba la herencia de dos formas verbales de la familia lingüística indoeuropea a la que pertenecía el propio latín, es decir, el subjuntivo y el optativo) se usaba sólo en oraciones simples: es decir, las autónomas, que no dependían de otras oraciones y podían expresar diferentes funciones y diferentes significados, todos lejos de la descripción objetiva de la realidad, confiada a la forma indicativa.

Un subjuntivo podría expresar de vez en cuando, manifestaciones de la voluntad como exhortaciones (Amemus patriam = ¡Amamos la patria!), prohibiciones (Ne falsum dixeris = ¡No digas falso!) y deseos (Utinam veum dicas = Esperemos que digas la verdad); expresiones de dudas (Quid dicam? = ¿Qué debo decir?) y hechos valorados como imposibles (Ego me Pidhiam esse mallem = Preferiría ser Pidhiam”, dice Cicerón en uno de sus escritos, sabiendo perfectamente que no es Pidhiam, el gran escultor griego).

Sin embargo, en el sistema latino, este subjuntivo se confundía, particularmente en primera persona, con el futuro, también este derivado del subjuntivo indoeuropeo. Dado que las dos formas, subjuntivo y futuro, se confundían, los hablantes, para indicar que el subjuntivo era algo más del futuro y que, lejos de colocar un hecho o una situación en el futuro, de vez en cuando expresaba voluntad, dudas y hechos evaluados como posibles o imposibles, se acostumbraron a hacer que se siguiera de un segundo verbo al indicativo: un verbo de bandera que, dependiendo de lo que quisieras comunicar o hacer con las palabras, expresaba orden, deseo, evaluación de la posibilidad o imposibilidad y así sucesivamente.

Tomemos un ejemplo vinculado a la expresión del comando. Al principio, para dar una orden a una persona distinta de la persona a quien se dirigía, se utilizaba el subjuntivo: Eat! = (Vaya!); más tarde, ese subjuntivo fue acompañado por un verbo que expresaba orden o solicitud, y se pospuso al subjuntivo: Eat! Postulo! (= Vaya! [Lo] pido!); finalmente entre ese verbo y el subjuntivo, se insertó una palabra que asumió el valor del elemento subordinado (ut = que): Postulo ut eat (= pido que vaya), por lo que el indicador del verbo-bandera se convirtió en el verbo de una frase regente y el subjuntivo, que originalmente expresaba simplemente el orden, se convirtió en el verbo de una oración subordinada. El resultado fue que en latín el subjuntivo entró en un área que originalmente no era la suya: la de la oración subordinada, es decir, no autónoma, sino dependiente de otra oración.

Especialmente en el latín tardío o vulgar, el subjuntivo se extendió tanto en los subordinados que los gramáticos terminaron considerándolo la forma verbal de este tipo de oraciones, llamándolo modos subjunctivus o conjuntivus. En latín subjunctivus significa “hacer depender de” y conjuntivus significaba “conectar”: ambos términos constituían la codición de no autonomía de la forma verbal que querían indicar bien. […]

De los gramáticos latinos, los italianos aceptaron no sólo la terminología, sino también la idea del subjuntivo, presentándola como una forma típica de subordinación.



Bibliografía

Della Valle V y Patota G. (2017). Viva il congiuntivo! Come e quando usarlo senza sbagliare. 

Mondadori



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